lunes, 6 de diciembre de 2010

Rock and roll en la plaza del pueblo

32 años. Esos son los que cumple hoy la Constitución española. 32 años.
Durante mucho tiempo he afirmado, como lamento de lo que me había perdido, que la mayor parte de mi vida había discurrido en dictadura. Era una especie de leit motiv de mi generación. Lo que nos había quitado Franco, los franquistas y la dictadura; nos había quitado el contacto con el exterior, la experiencia de vivir en libertad. Toda mi vida he vivido en dictadura…, nos lamentábamos.
Cuando el referéndum sobre la Constitución, el 6 de diciembre de 1978, yo era ya una mujer hecha y derecha, que se decía entonces. Me había casado y tenía dos hijas. También me había dado cuenta de que no había estado muy acertada en la elección de pareja pero, en cambio, estaba muy contenta de haber sido madre.
Por entonces no me importaba demasiado el error conyugal. Mis hijas habían empezado a ir al colegio y yo andaba buscando un trabajo en un pueblo de 30.000 habitantes donde las ofertas eran escasas. Aún tardé un tiempo en encontrarlo. Tenía una vida animada, con amigos y una agenda muy diversificada. Leía, escribía, iba a conciertos, al cine, veía exposiciones. También frecuentaba merendolas con los amigos y tertulias, muchas tertulias.
Pertenezco a una generación que otra cosa no sé si habremos hecho, pero hablar, hemos hablado muchísimo. En aquellas tertulias divagábamos sobre la Constatación a medida que se iban conociendo los trabajos de los padres constituyentes. Había dos cosas que a mí no me gustaban de ninguna manera: que la izquierda admitiera la monarquía como forma de gobierno (artículo 1.3) y que no se declarara expresamente que España era un Estado laico (artículo 16.3).
De ellas se derivaban otras objeciones, como que el rey no estuviera sujeto a responsabilidad (art. 56.3) o que se mantuviera la preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión a la corona (art. 57.1).
Sobre estos aspectos discutimos durante horas los amigos. Finalmente, sopesamos pros y contras y la mayoría de nosotros decidimos votar sí. Los menos, se opusieron.
Hemos vivido toda la vida en dictadura, ahora queremos democracia real, nos decíamos.
Hace 32 años de todo esto. Ahora, ya no puedo decir lo mismos. Ya he vivido casi la mitad de mi vida en democracia. Sigue sin gustarme la monarquía, cada vez menos. Me molesta la preponderancia de la iglesia, cada vez más. Me alegra, mucho, que otros españoles se cuestionen la prevalencia del varón sobre la mujer en el derecho a la corona.
Han sido 32 años vertiginosos. De la música de aquellos años, Sabina con Mi vecino de arriba, retrataba bien al vecino de entonces pero hoy es difícilmente reconocible.

Ha cambiado casi todo para el país y para mí. En estos años, he visto pasar por la Moncloa a cinco presidentes de gobierno: Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar y Rodríguez Zapatero. He visto muchas otras cosas, naturalmente. He cambiado dos veces de ciudad, cuatro veces de casa, tres de trabajo. El compañero de entonces – qué error, qué gran error, en opinión general – se convirtió en ex diez años más tarde. La vida, que siempre ha sido generosa conmigo, me ofreció la gran oportunidad algo después y yo la cogí al vuelo. Mis hijas son dos mujeres adultas e independientes con la cabeza bien amueblada. Tengo una nieta que apunta maneras. Y sigo creyendo que aún me esperan cosas interesantes en el futuro.
Del tiempo aquel, cuando discutíamos qué votar en el referéndum sobre la Constitución recuerdo a Tequila. Rock and roll en la plaza del pueblo…

Tequila - Rock plaza pueblo

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