lunes, 18 de junio de 2012

¿En qué momento se jodió?


Al –inexplicablemente- todavía presidente del Tribunal Supremo español, Carlos Dívar, se le ha puesto cara de Zabalita. Si el protagonista de Conversaciones en la Catedral se preguntaba en qué momento se había jodido el Perú, Dívar debe de andar preguntándose en qué momento a él se le había jodido todo. Por su expresión de perplejidad y por las explicaciones que proporciona a sus entrevistadores, se diría que sigue sin entender nada.

Se entiende la perplejidad de Dívar. Si bien se mira, lo que él ha hecho, lo que se ha sabido que ha hecho, es lo que vienen haciendo muchos altos cargos públicos. Con mayor comodidad cuanto más alto es el cargo. Gozan de saneados ingresos aunque inferiores a los que se perciben en la empresa privada y compensan ese desfase mediante favores que obtienen merced a corruptelas consentidas. Tienen interiorizado que el erario público está para eso, para compensarles a ellos.

Así, utilizan a discreción los coches, los chóferes, los alojamientos lujosos, los viajes injustificados e injustificables. Lo hacen porque así se ha hecho siempre, por ese sentimiento reverencial que el español tiene hacia el poderoso y porque nadie se ha atrevido a recordarles que son servidores públicos, no sus amos. Lo hacen porque se saben a cubierto, hoy por ti mañana por mí.   

Dívar, y los dívares que pululan por las Administraciones Públicas, se comportan como virreyes absolutos y, cuando se produce una crítica, se hunden en la perplejidad. ¿En qué momento se jodió todo?, se pregunta el hombre, torpe, incrédulo.

Hay una campaña contra mí por intereses espurios, argumenta la cuarta autoridad del Estado. No entiende nada. Absolutamente nada. Y se refugia en la abnegación cristiana, en el espíritu de sacrificio. De entre todos los malvados posibles, los peores son los tontos y, entre éstos, aquellos que, además, están imbuidos de convicciones religiosas que les hacen impermeables a cualquier crítica propia o ajena. Es decir, aquellos que te utilizan, te explotan, te apuñalan y, generosos como son, te perdonan.

¿En qué momento se jodió todo?, se pregunta aún.

2 comentarios:

  1. Solo espero que se marche el jueves con su pregunta, su sacrificio y si lo precisa su jefe de seguridad bien lejos.

    Besos

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  2. jaaaaaaaajajajajajajaja, mira, este modo de verlo no se me había ocurrido nunca, si es que vales un potosí!!!!

    ¿Cómo no va a estar descolocado el hombre? no hay mejor muestra de que no es el único...

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