miércoles, 19 de septiembre de 2012

Santiago y cierra España



La muerte de Santiago Carrillo ha descubierto heridas que se creían cerradas. No ya las que arrastran sus adversarios ideológicos, aquéllos para quienes la biografía del difunto se paró en noviembre de 1936, con la matanza de Paracuellos, y ya no ha avanzado nunca más; también quienes le admiraron, le siguieron, acataron sus órdenes como si se tratara de mandatos divinos y un día descubrieron que el Partido, como la Iglesia, no eran infalibles. La cicatriz, que parecía seca, aún escuece.

Durante décadas, el Partido Comunista, el pecé, fue el único partido posible para quienes no creían en la democracia orgánica. Y Carrillo era su profeta en virtud de su condición de secretario general desde el año 1960. Almudena Grandes ha acertado a retratarlo en sus dos últimas novelas: Inés de la alegría y El lector de Julio Verne.

Muerto Franco, Carrillo dio por concluido su exilio y volvió a España de tapadillo hasta que pudo hacerlo legalmente. Fue acogido y jaleado por un sector poderoso de la alta burguesía que suele poner huevos en todas las cestas y siempre tiene una apuesta en la recámara por si acaso. El rey y el entonces presidente del gobierno, Adolfo Suárez, lo recibieron y acogieron con los brazos abiertos, sabedores de que la democracia no prosperaría sin las bendiciones del PCE.


Estos días –los de las alabanzas- se elogia su papel en aquellos años. La transición no hubiera sido posible sin su generosidad, repiten voces a derecha e izquierda del espectro político y dicen verdad.

Sin discutir el diagnóstico, otras voces se preguntan si no hubiera sido preferible que la generosidad hubiera estado un poco más repartida y la izquierda se hubiera embelesado algo menos con la grandeur de la burguesía y hubiera terminado con algunos de los privilegios que se reservaron los poderes fácticos: el económico, el eclesial y el militar. La intentona del 23-F permitió al poder civil controlar a los mílicos pero bancos e iglesia conservaron y conservan intactos sus regalías. Ahora se está viendo hasta qué punto.

Los sucesivos fracasos electorales del pecé y su paulatino desmembramiento ocasionaron infinitos desgarros personales. Amigos y camaradas que habían luchado juntos por la democracia se vieron enfrentados en confrontaciones semejantes a las provocadas tras la invasión de Checoslovaquia cuando los  comunistas españoles se distanciaron de la URSS.

Alejado del parlamento y de la primera línea política, Carrillo se ha dedicado en los últimos años a escribir libros de memorias o de teoría política a la manera en que los abuelos de la familia narran los hechos a los nietos, es decir, ocultando los sucesos comprometidos.
 
Es como si se hubiera ido alguien de la familia, se oía hoy en el velatorio de Santiago Carrillo. Un hombre cuya sombra se extiende por el último siglo y que, por acción o por omisión, influyó en las vidas de varias generaciones de españoles. Santiago y cierra España.

1 comentario:

  1. Y el Sr. Presidente del Gobierno, ni se ha dignado a hacer acto de presencia. ¿Temerá que le tiren tomates?

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