sábado, 22 de diciembre de 2012

Próximo/prójimo

En la Plaza de Tirso de Molina un hombre cae al suelo como desmayado. Inmediatamente, se le acerca un joven negro y enseguida varias personas de piel blanca. Comprobamos que el hombre del suelo está consciente, abre los ojos, nos mira pero no nos contesta. Quizá no nos entiende. Todos tratamos de ayudar pero es el primer joven quien saca su móvil y llama al Samur. Simultáneamente, pasan dos agentes municipales en sus motos. Les damos el alto, paran y se hacen cargo de la situación. Le prestan los primeros auxilios y reclaman la asistencia sanitaria.

Los demás nos damos cuenta de que no somos necesarios y seguimos nuestro camino. Sólo el joven negro se acerca al hombre caído y le acaricia el hombro. Le sonríe. Vaya bien, le dice y se va.

Hay algo en este joven que le distingue de nosotros, su empatía, su proximidad. No quiero decir que a los demás no nos importe lo que le ocurra al hombre caído. Queremos ayudar, sin duda, pero hemos perdido el hábito de compartir con el prójimo. Ayudamos, si es preciso, pero mantenemos la distancia. Lo que quiera que sea que le ocurra, le está ocurriendo al otro, no a nosotros.

La escena trasciende lo anecdótico y explica, quizá, lo que sucede a nuestra sociedad. Entendemos la gravedad de lo que está ocurriendo, el desmantelamiento del sistema de bienestar social, la privatización de la sanidad, de la enseñanza, reclamamos una política diferente pero mantenemos un cierto distanciamiento en tanto no nos afecta directamente. Eso que sucede no nos preocupa tan directamente como para implicarnos un paso más.

Hemos confundido al prójimo -el próximo, el más cercano- con el vecino, el que vive al lado. Nosotros, tan civilizados y asépticos, quizá tengamos algo que aprender de nuestros inmigrantes, esas gentes que aún viven en primera persona el sentimiento de lo colectivo.

5 comentarios:

  1. La narración no dice si el joven "negro", es español, o si es subsahariano, se hubiera notado por el modo de hablar, puede parecer que la cosa da igual pero no, un "negro" subsahariano ha cruzado el desierto, la mitad de África y ha cruzado 15 kilómetros de agua posiblemente en un patera, seguro que ha visto morir a mucha gente, posiblemente a amigos que le acompañaban, sabe que su familia se ha quedado en su país debiendo mucho dinero a alguna mafia para que el pudiera venir,sabe que están sufriendo, que esperan su ayuda económica en una Europa que por mucha crisis que pase su país está peor. Este hombre "negro" africano, puede que sea, profesor, médico o ingeniero, pero aquí no es nada, es una sombra, sin embargo sabe hablar de solidaridad, de cooperación, de empatia, de cariño, de sufrimiento, pero.... solo que es eso, un hombre "negro" que pasaba por allí y supo responder mejor que nadie a un imprevisto.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Emilio: claramente era un negro no español, inmigrante. Seguramente es todo eso que reseñas. Por eso, porque sabe lo que vale lo esencial, sabe responder mejor al dolor ajeno.
    Observo que entrecomillas "negro". Me niego a utilizar el término "de color" porque yo también soy de color, de otro más claro que mi prójimo negro, pero no soy incolora. A veces lo políticamente correcto esconde una cierta hipocresía mezcla con mala conciencia.

    ResponderEliminar
  3. No lo hemos confundido, es que nunca lo hemos sabido.

    Saludos

    ResponderEliminar

Lo que tú digas