domingo, 29 de abril de 2012

Sorpresa legal



 El presidente Rajoy ya ha advertido que le trae al pairo que el censo entero de los españoles salga a la calle a diario para protestar por las medidas que está adoptando su gobierno y ha anunciado más reformas cada viernes, justo las que en campaña electoral había prometido no adoptar.
 

Como yo tampoco le hago mucho caso a él, esta mañana he salido a reclamar que no se desmantelen la sanidad y la enseñanza públicas, como pretende el ultraliberalismo -por otro nombre capitalismo salvaje- que nos gobierna. He salido a protestar contra el "tijeretazo social"

Madrid es una ciudad sorprendente, independientemente del color de sus gobernantes. Quizá lo más soprendente de la ciudad no sea que puedas encontrarte con hombres sin cabeza. Más sorprendente es que las mentiras se conviertan en ley.

Por si acaso se me olvidaba las razones de mi protesta, la estupenda periodista Soledad Gallego-Díaz recordaba hoy en El País cómo molesta a los especuladores el ejercicio democrático. El artículo concluye con el anunciado del trilema de Rodrik: “La democracia, la soberanía nacional y la integración económica mundial [globalización] son mutuamente incompatibles. Podemos combinar cualesquiera dos de las tres, pero nunca tener las tres simultáneamente y en su esplendor”.

sábado, 28 de abril de 2012

¿Qué podemos hacer?


Clac, clac, clac. Cualquier día empezaremos a oir el ruido del mundo despeñándose cuesta abajo, clac, clac, cataclac. Cuando ya nos parece que hemos llegado a lo más profundo de la caída una noticia viene a advertirnos de que algo puede ir a peor y sigue la caída. Clac, clac.

A todos nos invade el desaliento. Para combatirlo, Pilar, de Abalorios, ha tenido la estupenda idea de aportar alguna noticia buena en sus post diarios.

Por mi parte, me pregunto: ¿Qué hacemos cada uno de nosotros para mejorar este mundo a punto de saltar por los aires?

Hoy, dejo aquí dos artículos para pensar hacia dentro y hacia afuera. En el primero, Antonio Muñoz Molina habla de los de dentro. “Decía Borges que los seres humanos nacen aristotélicos o platónicos; yo he pensado muchas veces que nacen, nacemos, acreedores o deudores, de modo que hay quien se pasa toda la vida exigiendo lo que se le debe y quien vive angustiado por las deudas urgentes que se le están reclamando siempre”, inicia su análisis que habla de literatura pero también de actitudes.

 
En el segundo, Ilan Pappe, profesor y la Universidad Exeter y arabista, escribe sobre Israel y Palestina. Un asunto enquistado en la historia, que ha costado miles de vidas y que sólo se resolverá mediante la comprensión de los dos bandos. Paz, partición y paridad. Cuando no se tienen otras armas al alcance de la mano, quizá lo único que quepa es dar a conocer los hechos y a las víctimas. Ellos, a ambos lados, luchan también por un mundo mejor.

sábado, 21 de abril de 2012

Así empiezan

 Muchas veces me he preguntado cómo los alemanes que vivieron en los años 30 y 40 del pasado siglo pudieron soportar tanta miseria moral, tanta descomposición ética sin rebelarse. Casi tantas veces como me preguntaba por qué los ciudadanos de cualquiera de los países de aquella Europa admitieron mansamente el advenimiento del nazismo, primero, la invasión de Polonia, de Checoslovaquia, luego, el totalitarismo comunista después.

Muchas veces me he planteado ¿cómo puede un país, una sociedad degradarse hasta el punto de admitir la mezquindad política y social que precedió a la guerra civil, la crueldad de aquella guerra y la indignidad general de la larguísima posguerra? ¿No hubo nadie que se percatara de la degradación paulatina? ¿Nadie que pusiera coto a los desmanes?

Me parecía imposible que aquel clima pudiera reproducirse en nuestros tiempos. Hemos avanzado, somos más cultos, estamos más preparados políticamente, ya no hay las diferencias sociales que se daban en los años 30 en España, me decía.

En cuanto a Europa, pensaba que Alemania había quedado vacunada de cualquier tentación de dominio europeo por las bravas pero ahí tenemos a una canciller dictando lo que hay que hacer ante un Parlamento, una Comisión y un Consejo europeos sordo, ciego y mudo.

Pues bien, empiezo a entender cómo ocurren los procesos históricos. Lo estamos viviendo. Estamos viviendo el desmantelamiento de un incipiente estado de bienestar; estamos viendo el proceso de vaciado del sistema democrático; somos testigos de cómo el gobierno protege a los poderosos y desprotege a los más débiles. Cada día nos van privando de un derecho que creíamos definitivamente conquistado. Y nos callamos. Nos callamos. Nos callamos.

Tenemos miedo, oigo repetir. Lo tenemos, es verdad. Pero eso no nos salva. Al contrario, nuestro miedo es lo que les hace fuerte a ellos. Nuestro miedo es lo que les permite hacer lo que quieren. Tienen el poder que nosotros no sabemos ejercer.

Así empiezan los procesos históricos, ya lo voy entendiendo.

lunes, 9 de abril de 2012

En el filo de la navaja

Estamos viviendo momentos de vértigo. Se percibe el desconcierto dondequiera que se mire. Y miedo. Sobre todo, miedo.

Quienes tienen trabajo, temen perderlo. Y ese temor paraliza cualquier iniciativa, cualquier protesta. El trabajo se ha convertido en la llave de la felicidad.

Quienes no tienen trabajo, tienen miedo a perder la prestación por desempleo, si aún la reciben, miedo a no encontrar trabajo nunca más, miedo a quedar definitivamente desplazado, expulsado del paraíso.

Los empresarios se saben depositarios del poder de decisión. Nunca han sido tan poderosos como ahora y, no obstante, ni siquiera ellos parecen satisfechos. Los empresarios modelo Díaz Ferrán siguen reclamando ventajas de partida, más aún, que miedo da también pensar en qué estarán pensando.

El gobierno es quien más desconcertado parece. Los mismos que han pasado cuatro años acusando a los anteriores gestores de todos los males posibles, de ignorancia y mala fe, de despilfarro y mala gestión; los mismos que hasta hace cuatro meses nos prometían el paraíso se han encontrado de pronto recortando aquello que sus predecesores no se atrevieron a hacer, aquello que aseguraron no recortaría. Han  pasado como en un ay de acusador a acusado. Y están desconcertados.

Tan desconcertados que, después de haber nombrado como ministro de Economía al consejero local de ese dechado de virtudes bancarias que fue Lehman Brothers, no han encontrado mejor fórmula para mejorar los ingresos que otorgar una amnistía fiscal a los grandes defraudadores, esos que han dejado de abonar unos 25.000 millones de euros que estaban obligados a declarar.

La semana pasada el gobierno presentó unos presupuestos que dejaban la Administración bajo mínimos. Recortes en partidas secundarias y recortes en las partidas esenciales. Los servicios públicos se quedaban en el esqueleto, para deleite de las grandes corporaciones y empresas varias, principalmente las vinculadas a la sanidad y a la enseñanza.

Tamaña ofrenda no ha parecido suficiente a los mercados que, a la vista está, se crecen ante los gobiernos asustados. La famosa prima de riesgo se colocaba el miércoles en límites peligrosos, como en los mejores tiempos de Zapatero.

Hoy, algún lumbreras de la comunicación se ha levantado inspirado, y ha decidido que para calmar a los mismos mercados, nada mejor que introducir nuevos recortes en sanidad y educación. Recortes por valor de otros 10.000 millones de euros. Más madera para el fuego de los negocios privados.

Este gobierno, que tanto reprochó al anterior, está desmantelando el precario sistema de cobertura social que habíamos construido con tanto esfuerzo. Nada está seguro. Ni la sanidad universal, ni la enseñanza pública, ni las leyes de igualdad, que amparaban los derechos de las mujeres. Ni el respeto al otro. Nada. Están desmantelando el estado de bienestar antes de haberlo consolidado.

También la prensa tiene miedo. Miedo a las pérdidas, miedo al poder, miedo a las consecuencias de decir la verdad. Por eso se limitan, cuando lo hacen, a recoger las declaraciones oficiales, a informar de las notas de prensa. En ocasiones, algún editorial lanza alguna advertencia. Con cuidado de no herir los intereses de los bancos que financias sus pérdidas y pueden cerrarlos.

El miedo todo lo paraliza pero ahora mismo estamos en el filo de la navaja. Aún puede ser peor. Que el miedo nos haga enmudecer a las víctimas. Aquellos que no creamos esta crisis, quienes trabajamos decentemente, pagamos nuestros impuestos y, a cambio, somos menospreciados, vapuleados, explotados y engañados.

domingo, 1 de abril de 2012

El clavo




Las siete plagas bíblicas debieron ser muy parecidas a los tiempos que nos están tocando vivir. Cuando todo se pone cuesta arriba. Hasta la lluvia, remisa durante meses, espera a caer en semana santa, que ya es mala baba.

 
La lluvia como fenómeno meteorológico porque llover sí llueve. Graniza a cántaros. La crisis que, como la niebla, todo lo envuelve y lo tapa todo. Por si no teníamos bastante con los millones de parados –incluso descontando los que trabajan en negro- nos endosan una reforma laboral que va a mandar al paro a los que aún tienen empleo para que los buenos empresarios tipo Gerardo Díaz-Ferrán puedan contratar por la mitad y echarlos luego a precio de saldo. Pero por si la reforma no nos hubiera parecido suficiente nos obsequian con unos presupuestos que recortan hasta las aceras.

Y ya, en plan si no quieres caldo toma tres tazas, nos obsequian con una amnistía a los chorizos en gran escala. El mensaje del gobierno con esta medida es “Tonto el que paga”. Porque hay que ser tonto del haba para pagar el 100% de los impuestos cuando puedes pagar el 10%.

En situaciones como las que vivimos, cuando las noticias caen como mazas, cada vez un poco peores, ofreciendo un horizonte sin aparente salida sólo queda pararse en seco, evaluar lo que se tiene y observar lo que se cuece al otro lado de ese horizonte. 

Apretar las propias clavijas, confirmar los compromisos, afianzar los pies en la tierra y  gratificarse con lo que la vida te ofrece al paso. En ese paso, hoy estaba el Museo Reina Sofía.


 Empezamos el itinerario con un recorrido por la exposición temporal “De la revuelta a la posmodernidad. Un repaso a la transición desde la óptica de la cultura experimental.


Justo el tipo de muestras en los que me pregunto si es una expresión exquisita o se están quedando conmigo. Casi nunca llego a ninguna conclusión.



En vista de lo cual, visitamos la colección permanente.


Algo de Dalí, algo de Anglada Camarasa,


la Mujer en Azul de Picasso, recién restaurada…


Y, antes de irnos, un paseo por el patio central del antiguo hospital, obra de Sabatini, con el móvil de Calder como eje. La mañana está apacible, el entorno es interesante. La leyenda que acompaña al hospital de San Carlos sostiene que en las salas que hoy ocupan las obras de pintores y escultores de los siglos XIX y XX y que antaño ocuparon las camas de enfermos, se producen fenómenos paranormales: luces que se apagan, objetos que se mueven sin causa aparente. Bromeamos sobre la posibilidad de encontrarnos a un alma en pena detrás del metrónomo que abre y cierra el ojo. 



Es una manera de agarrarse a un clavo ardiendo cuando fuera arrecia…