martes, 29 de abril de 2014

De canonizaciones y otras miserias



Las investigaciones sociales sostienen que las creencias están en crisis. El abandono de creyentes afecta no sólo a las religiones sino a la política y, por extensión, a todo lo que parecía sólido, como bien analizaba Antonio Muñoz Molina.  
Ana Isabel Espinosa, en su blog Placer sexual, hace un repaso a los altos/bajos mundos de la justicia que se te abren las carnes. En pocas palabras recuerda la condena de 22 años al falso cura que entró en la casa y amenazó a la familia Bárcenas, frente a los dos años y medio de sanción al ex torero que conducía temerariamente y mató a un hombre que iba a su trabajo.
Simultáneamente, la ciudadanía contempla a diario el ir y venir de la jueza Alaya con sus Eres andaluces chorreando sospechas sin que se decida a procesar a nadie; el ir y venir del juez Ruz sin que acabe de cerrar el procedimiento del caso Gurtel, de manera que en un asunto que ha pringado a media España sólo haya sido sancionado el juez Garzón que abrió la instrucción. El ir y venir y las declaraciones singulares del juez Silva, las jeremiadas del presunto delincuente Miguel Blesa, cuyo mayor mérito es ser amigo del jefe y haber hundido, solo o en compañía de otros, una de las primeras cajas de ahorros del país; las triquiñuelas del ex presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, para aparentar pobreza.  
Son casos llamativos pero no aislados. Urdangarín y su señora viven cómoda y plácidamente instalados en Suiza mientras el juez Castro mide los riesgos de procesar a uno, a ambos o a ninguno por delitos incompatibles con la decencia que cabe exigir a la familia de un jefe de Estado.
En el campo de la política a diario se ofrecen ejemplos de personas implicadas en casos de corrupción, cuando no condenados, que pontifican sobre las bondades de la democracia. Ejemplos para aburrir de políticos que mienten a sabiendas que lo hacen mientras se apalancan con desfachatez en sus privilegios.
Me pregunto qué pensarán tantas mujeres que esperan durante largo tiempo el amparo judicial frente a su acosador; qué pensaran quienes esperan ser indemnizados por alguna de las estafas sonadas mientras los estafadores viven a cuerpo de rey por la inacción de la justicia; qué pensarán quienes han perdido una persona querida por la irresponsabilidad de uno de esos amnistiados de lujo, amigos del ministro de turno; qué pensarán los políticos honestos que han dejado tiempo, energías e ilusiones en provecho de sus conciudadanos sin más reconocimiento que su propia satisfacción, qué pensarán los empresarios decentes que hacen números para pagar a fin de mes a sus empleados.  
En materia de la iglesia católica no entraré demasiado porque no es mi campo pero, después de la sesión plenaria que la televisión pública ha estado ofreciendo durante el pasado fin de semana sobre la doble canonización de papas, me pregunto qué pensaran de tanto fasto los jóvenes que sufrieron violencia sexual por parte del mismo clero que gozó del amparo del papa Juan Pablo II, ahora canonizado, sin que nadie les haya pedido perdón.
Dicen los informes que cada vez hay menos creyentes pero muchos son aún, a la vista de lo que nos rodea.

4 comentarios:

  1. Si te digo la verdad, ni me preocupa, por mi parte pueden beatificar a todos los torturadores, abusadores, pederastas y demás ralea que pagando unos dolares o euros son santificados, al paso que van se quedan solos.

    Saludos

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    1. Ya se están quedando solos, pero no necesitan más: esos solos son los que mandan.

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  2. El articulo de Ana Isabel, me dolió tanto que aún trato de reponerme. Lo sabemos, lo vemos, nos lo cuentan y...nada.

    Que sea largen ya todos al cielo por favor...

    Besos

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    1. No se largan, nunca lo hacen: hay que echarlos. Y cuesta mucho.

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