martes, 3 de junio de 2014

Los muros de las cigarreras


Cuando en 1790 se terminó la construcción del edificio de la Tabacalera –oficialmente Real Fábrica de Tabacos- hacía un año que había estallado la Revolución Francesa. Acaso sea esa la causa de que a lo largo de su historia arraigara con fuerza entre sus muros la rebeldía y la reivindicación.
El edificio ocupa una superficie de 28.000 metros cuadrados y en verdad, se inauguró como Fábrica Real de Aguardientes y Naipes si bien durante algo más de un siglo se dedicó a la tarea de elaboración de tabaco, merced a la habilidad de sus famosas cigarreras, mujeres combativas que dieron fama a la fábrica. Más de 10.000 llegaron a desempeñar su tarea en ella pero cuando el año 2000 se echó el cierre, hacía mucho tiempo que el lugar había perdido su esplendor y a sus cigarreras.  
En 2002 fue declarado Bien de Interés Cultural. Por entonces, el Ministerio de Cultura hablaba de ampliar hasta aquí la milla cultural que se extiende entre Cibeles y Atocha y comprende los Museos del Prado, Thyssen y Reina Sofía, además de Caixaforum y la Casa Encendida.
Los colectivos del barrio, entretanto, reclamaban el espacio para usos sociales. La crisis vino en ayuda de éstos y el Ministerio, obligado por el recorte presupuestario, acordó ceder el edificio temporalmente a aquéllos, que lo convirtieron en el Centro Social Autogestionado La Tabacalera de Lavapiés, un rebullir permanente de actividades.
Una de sus últimas iniciativas, con la colaboración del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, ha sido el proyecto Muros, esto es, pintar los muros que encierran la vetusta Tabacalera. Entre el 5 y el 13 de mayo, un grupo de artistas han plasmado en estas tapias su inspiración en pinturas muy llamativas. Una llamada de atención –algunas un puñetazo en la boca del estómago- una dosis de rebeldía, el eco reivindicativo de aquellas cigarreras del siglo pasado.

Todas ellas reclaman un momento de su tiempo a los paseantes, todas requieren una segunda mirada, pero hay una que, además, ofrece dosis generosas de ingenio, humor, acidez, desesperación, ingenuidad, ironía… “Esto no es un muro, es una mura”, advierte en una esquina; “Se atormenta una vecina”, indica más abajo; “Este muro sí que mola y no el de facebook”; “En casa de Jacinto hay un sillón para morirse”. Pequeñas píldoras, muy convenientes para asimilar la realidad que muestra otro mural que clama contra la impunidad de los crímenes franquistas.
¡Qué siembra debieron hacer las cigarreras de Lavapiés para que aún broten sus frutos incluso entre las piedras!

1 comentario:

  1. Refresca el espíritu y la ilusión la Realidad de cada día, que nos enseña que todavía queda "ingenio, humor acidez, desesperación, ingeniudad, ironía,..." para llenar uno y cien muros. Que seamos capaces de entenderlos y de ser consecuentes con sus mensajes.
    Feliz finde, amiga. Besos,

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